La mayoría de los docentes son inmigrantes digitales, según la denominación del experto en educación y aprendizaje Mark Prensky. Por eso el Centro Internacional de Tecnologías Avanzadas (CITA) de Peñaranda ha preparado una guía práctica sobre el papel del ordenador en el aula para que los profesores aprovechen al máximo su grado de competencia.
Los consejos están desarrollados a modo de recetas de cocina, para que los docentes adquieran seguridad y destreza frente a sus alumnos -nativos digitales- que han adquirido el lenguaje de las nuevas tecnologías de manera natural e inconsciente.
Partiendo de que el ordenador no es un objeto invasivo ni un foco de atención, sino un elemento más que debe ser integrado en la estrategia de enseñanza-aprendizaje en la forma y medida que facilite la acción educativa o estimule una competencia concreta, entre otras sugerencias, se aconseja a los profesores:
1. Establece en tu aula tres momentos diferentes
Ordenador cerrado (no puede utilizarse el ordenador)
El ordenador es un complemento y puede utilizarse para consulta, clarificación, etc.
La tarea exige ordenador.
2. No te metas en camisa de once varas
Incorpora el ordenador a tareas en las que tu grado de competencia te permita hacer el seguimiento del trabajo de tus alumnos.
3. A todo hay que acostumbrarse
Hasta que el ordenador sea un elemento más del ambiente educativo, planifica cada momento en que vaya a utilizarse, de forma concreta y para todo un trimestre. Hazlo progresivamente. En el comienzo, el uso del ordenador será menor que cuando exista el hábito tanto por tu parte como por parte de los alumnos.
4. El ordenador no te hace las tareas que tú no sepas hacer
Sólo te facilita el camino. Acostumbra a tus estudiantes a realizar esquemas o bocetos antes de ponerse directamente con una aplicación. En la medida que tus destrezas y las suyas lo permitan, esos pasos previos pueden realizarse en papel o con el mismo ordenador.
5. A veces necesitamos desaprender
En los primeros días, prepara alguna sesión con tus alumnos en la que los hábitos dudosos, las manías o conceptos equivocados sobre el ordenador en el aula, puedan aflorar.