¿Son los lectores en eReaders más lentos y olvidadizos?
Los lectores que emplean dispositivos electrónicos leen más lento y se olvidan con facilidad de aquello que han leído, según un artículo aparecido en The Scholarly Kitchen escrito por Kent Anderson, que analiza ciertas evidencias y especulaciones surgidas últimamente sobre los aspectos de la lectura que desaparecen cuando se utilizan eReaders.
Los lectores que emplean dispositivos electrónicos leen más lento y se olvidan con facilidad de aquello que han leído, según un artículo aparecido en The Scholarly Kitchen escrito por Kent Anderson, que analiza ciertas evidencias y especulaciones surgidas últimamente sobre los aspectos de la lectura que desaparecen cuando se utilizan eReaders.
Según Kent Anderson, parte de los problemas que giran en torno a la lectura digital tienen que ver con la naturaleza del continente –en este caso el eReader– y la presentación del texto –el tipo de letra que se emplea en dispositivos como Kindle, entre otros.
La lectura a través de un eReader priva al lector de ciertos aspectos importantes del contexto de los que se puede disfrutar en una lectura en edición impresa, o como la define Kent Anderson, una lectura en tres dimensiones. Estos son los que destaca en su artículo:
- La cubiertas: en un libro en papel es posible ver y leer la portada y su contraportada tantas veces como se quiera y todo ello forma parte del disfrute de un buen libro. Las cubiertas pueden tener texturas diferentes, letras en relieve, la foto del autor, etcétera. A un lector le puede o no gustar el diseño del libro que tiene entre sus manos, pero tarde o temprano reconoce que el diseño del continente también es parte de la historia.
- El manejo: un libro tiene peso y forma, en cambio en un lector electrónico todos los libros son iguales y todas las páginas tienen la misma forma.
- El tipo de letra: todos los eBooks tienen el tipo de letra que el dispositivo ofrece por defecto, sin embargo, el tipo de letra es una de las formas que el diseñador puede elegir para imprimir una sensación única a la página, a las palabras e incluso a la forma de la historia.
- La disposición: el diseño de un libro se basa en la distribución de las páginas. Los capítulos suelen empezar en las páginas de la derecha. Un lector cambia de derecha a izquierda sin dificultad, pero no hay duda de que la página de al lado proporciona el contexto. A menudo, la página de la izquierda invita a seguir leyendo y la de la derecha, en caso de que se esté cansado, es en la que termina la lectura. Por consiguiente, la pantalla de un lector electrónico, elimina esa unión entre la derecha y la izquierda.
- El papel: la elección del papel afecta el diseño del libro y cada gramaje ofrece una información específica sobre la obra que se va a leer y es parte de su contexto. La uniformidad de un eReader hace que todas las experiencias sean muy parecidas las unas a las otras.
- El olor: los libros huelen –en la mayoría de las ocasiones bastante bien, añade Kent Anderson– a pegamento o a los productos químicos que se emplean para su recubrimiento. Pero ¿a qué huele un libro electrónico? Según el autor del artículo son tan asépticos que no se pueden permitir ningún olor.
Kent Anderson continúa ofrece también enlaces a estudios o artículos que se han publicado en torno a este tema. Entre ellos la investigación realizada por Kate Garlan en 2011 en la que se comprobó que los lectores habituales en papel entendían los temas con mayor rapidez y gozaban de una mayor retentiva.
La rápida adopción de tabletas como iPad, la dependencia que se tiene de los teléfonos inteligentes en busca del consumo inmediato de información y el final de la Enciclopedia Británica en su edición impresa, concluye Anderson, suponen señales de que la era del papel está llegando a su fin. Sin embargo ”parece que se esté cambiando el conocimiento personal por el alcance personal, –añade–, los espacios de la memoria local por un ecosistema de la memoria y un rápido aprendizaje por uno más lento y desenfocado. Pero no se preocupe. Usted está leyendo esto en una pantalla y por lo tanto no recordará absolutamente nada”.
© Copyright Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 2010