Editores y vendedores tienen más información que nunca sobre los lectores

Los editores y los autores no tenían en el pasado ninguna forma de saber qué ocurría cuando un lector abría un libro: si lo abandonaba tres leer tan sólo tres páginas o se lo leía de seguido. En estos momentos, los libros electrónicos proporcionan una serie de datos que hacen que el acto de leer se haya transformado en una actividad que se puede medir e incluso hacer pública. La periodista Alexandra Alter trata en profundidad este tema en un artículo publicado en The Wall Street Journal, en el que se recogen distintas opiniones sobre los datos que aporta la lectura digital y el aprovechamiento que pueden hacer de ellos los autores y las editoriales.

Los editores y los autores no tenían en el pasado ninguna forma de saber qué ocurría cuando un lector abría un libro: si lo abandonaba tres leer tan sólo tres páginas o se lo leía de seguido. En estos momentos, los libros electrónicos proporcionan una serie de datos que hacen que el acto de leer se haya transformado en una actividad que se puede medir e incluso hacer pública. La periodista Alexandra Alter trata en profundidad este tema en un artículo publicado en The Wall Street Journal, en el que se recogen distintas opiniones sobre los datos que aporta la lectura digital y el aprovechamiento que pueden hacer de ellos los autores y las editoriales.

Durante mucho tiempo la satisfacción de los lectores se medía a partir de los datos de ventas y de las reseñas que se publicaban. Pero esto ha empezado a cambiar, señala la periodista, en la medida en que los editores y los libreros han comenzado a recopilar gran cantidad de datos, y las compañías tecnológicas han empezado a poner sus miradas en las editoriales.

Un grupo editorial tan importante como Barnes & Noble ha conseguido determinar, tras analizar los datos que se han recogido de su Nook, que los libros de no ficción se leen “a trancas y barrancas”, así como las novelas se suelen leer de seguido; también se observa que los aficionados a la ciencia ficción, a la novela romántica y a las policíacas leen más libros, más rápido y terminan la mayor parte de los que empiezan; y que los lectores de libros de ficción los abandonan más a menudo y tienden a saltar de una parte a otra.

Una vez conseguidos estos datos, continúa Alexandra Alter, la compañía comenzó a pensar en la manera en la que podría involucrar a los lectores de no ficción e ideó “Nook Snaps”: obras breves sobre temas que abordan temas variados, desde cómo perder peso, a la religión, o el movimiento ocupa de Wall Street.

Con estos datos, los editores pueden determinar cuándo empieza a decaer el interés por una serie, incluso se puede ayudar a que los autores creen mejores libros –comentó a la periodista Jim Hilt, vicepresidente en Barnes & Noble de la sección de libros electrónicos. Algunos autores acogen con buenos ojos esta idea, a otros sin embargo les preocupa que un enfoque basado en la recogida de datos podría obstaculizar los riesgos creativos que producen grandes obras literarias. “No vamos a acortar Guerra y Paz porque alguien no se lo haya terminado de leer” –apunta Jonathan Galassi, presidente y editor de Farrar, Straus & Giroux.

Algunos defensores de la privacidad, añade Alexandra Alter, argumentan que los datos que se recogen de los hábitos de los lectores de libros electrónicos deberían estar protegidos. Cindy Cohn, directora legal de la Electronic Frontier Foundation (EFF), una asociación sin ánimo de lucro que aboga por los derechos de los consumidores y la privacidad, explica cómo en estos momentos no existe forma alguna para que un lector le diga a Amazon. “Quiero comprar tus libros, pero no quiero que se haga un seguimiento de lo que estoy leyendo” –apunta.

Esta asociación ha presionado para evitar que los minoristas de libros digitales se hagan con información sobre los hábitos de lectura de cualquier individuo sin la aprobación de un tribunal. En el estado de California se ha instituido la ley “Reader Privacy Act” [Ley de Privacidad del Lector] según la cual, explica Alter, las agencias deben obtener una orden judicial antes de pedir a las librerías digitales que les den información sobre qué libros se han comprado, vendido, leído y subrayado. The American Civil Liberties Union y la EFF, en asociación con Google y otras organizaciones, están tratando de que se promulguen leyes similares en otros estados.

A Bruce Schneier, escritor y experto en ciber-seguridad, le preocupa que los lectores no elijan el formato digital para leer temas que él denomina “delicados”, como por ejemplo la salud, la sexualidad o la seguridad, por temor a que se les realice un seguimiento de que lo que están leyendo.

Sea como sea, existen plataformas y editoriales que comparten estos datos y los tienen en cuenta en sus campañas o lanzamiento de libros:

 


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