Mike Shatzkin aporta más ideas sobre bibliotecas y préstamo de eBooks

Mike Shatzkin, experto y analista del cambio digital, cree que lo que más preocupa a las bibliotecas últimamente es lo mucho que ha cambiado el modelo de préstamo y el no ser capaces de poder atender a los usuarios de la misma manera que lo hacían anteriormente con los libros en papel. A esto se suman, añade, todos los movimientos y cambios que están llevando a cabo las grandes editoriales.

Mike Shatzkin, experto y analista del cambio digital, cree que lo que más preocupa a las bibliotecas últimamente es lo mucho que ha cambiado el modelo de préstamo y el no ser capaces de poder atender a los usuarios de la misma manera que lo hacían anteriormente con los libros en papel. A esto se suman, añade, todos los movimientos y cambios que están llevando a cabo las grandes editoriales.

En su blog The Idea Logical Companies, ha publicado un artículo titulado “More thoughts on libraries and ebook lending" [Más reflexiones sobre las bibliotecas y el préstamo de libros electrónicos] cuyo punto de partida está en torno a cuáles son los derechos que tienen estas instituciones en el momento en el que se hacen con un eBook. A partir de ahí, el especialista reflexiona sobre los distintos agentes implicados en el nuevo entramado de la lectura digital.”  
 
Según Shatzkin, los agentes implicados en el mundo de las bibliotecas y sus usuarios están más que seguros de que todos aquellos que toman prestados libros en formato digital o papel, acaban comprando muchos de esos libros en ambos formatos.

Los cometidos de estas instituciones tienen multitud de facetas, añade Shatzkin, y aunque no se han diseñado para servir como mecanismo de marketing para las editoriales, se las considera una forma de ayudar a los usuarios a descubrir autores y libros. Además de ser la única posibilidad que tienen algunos usuarios de acceder a ciertos materiales, ya sean en formato digital o en papel.
 
A su juicio, el problema al que se enfrentan las bibliotecas en el presente, se vincula con el hecho de que el préstamo de libros electrónicos, tal y como está concebido en estos momentos, no les resulta eficiente para llevar a cabo esta tarea. Las limitaciones de préstamo a las que se enfrentan estas instituciones, hacen hoy por hoy, que las listas de espera sean enormes y que los usuarios corten por lo sano y acaben comprándose el eBook. “Es más —añade Shatzkin al respecto— “se están desarrollando ciertos esquemas en los que las bibliotecas puedan vender estos eBbooks”.
 
La visión de los editores es distinta, apunta el analista, ya que aunque las bibliotecas pueden ser el mercado principal para títulos académicos o profesionales, sus ventas suponen tan solo un diez por ciento de los ingresos totales de los libros comerciales para adultos.
 
A esto hay que añadir el papel que han adoptado las librerías últimamente, ya que se han convertido, describe Shatzkin, en una mezcla de plataforma de libros electrónicos al por menor y páginas sociales de información, algo de lo que ya han tomado nota las grandes editoriales.
 
Pero de lo que está convencido el especialista, es de que esto no es ni por asomo el final de la presente etapa de desarrollo de los libros digitales: “Va a ser más sencillo y se va a generalizar mucho más” —afirma.
 
Algo que no parece estar tan claro, se plantea Shatzkin, es el futuro de las bibliotecas públicas. Además de ser edificios llenos de libros impresos, las bibliotecas dicen cumplir otras muchas funciones, ente ellas la de ofrecer acceso a internet y hardware a todas aquellas personas que no pueden acceder de otra manera. Pero los dispositivos y la banda ancha cada vez son más baratos, y aumenta el beneficio social y comercial de tener a todo el mundo conectado, por lo que ese tipo de deficiencia probablemente se resuelva de una manera u otra.
 
En cambio, lo que resulta una verdadera necesidad y que no es probable que desaparezca, es el concepto en sí de biblioteconomía. Cuantas más fuentes de información existen y más sofisticadas son las peticiones de los usuarios sobre cualquier materia, más necesaria es la ayuda de un profesional, sentencia Shatzkin. Ahora bien, se muestra convencido —matiza en su artículo—, de que esa ayuda se dará en línea y no en un edificio al que alguien acude buscado ayuda.
 
En su análisis deja claro también que las comunidades se sentirán muy tentadas de emplear en libros y en ordenadores para ellas mismas el dinero que se invierte en las bibliotecas públicas, es decir, en poder ofrecer a los miembros que componen esta comunidad un mejor acceso a la red y a mayor número de materiales a través de internet. Shatzkin augura que la ayuda del experto se encontrará, en todo caso, fuera de los confines del edificio físico. “Los materiales serán virtuales y un bibliotecario ayudará a conseguir aquello que se necesita —enfatiza Shatzkin—.El usuario pagará por el acceso. Algo muy parecido a lo que están haciendo los libreros hoy en día”.
 
Por supuesto que todo esto es mera especulación, aclara Shatzkin, y la creencia que defiende la comunidad bibliotecaria de que poner los eBooks a disposición de los usuarios estimula la venta de esos libros electrónicos, también es mera especulación. Al igual que el miedo que tienen ciertos autores comerciales y editores de que las bibliotecas en la era digital tengan un impacto diferente en la lectura y en los hábitos de compra, del que tuvieron en la era en papel.
 
Cuando el problema es la falta de información, uno de los mejores antídotos, asegura el experto, es permitir la flexibilidad y la experimentación. Algo que espera conseguir con Recorded Books, un proyecto en el que se ha embarcado y que está relacionado con un programa de préstamo de eBooks en bibliotecas, y que dará una mayor flexibilidad a los editores a la hora de gestionar la licencia de cada libro.
 
Shatzkin espera que los modelos que se vayan ofreciendo y las reacciones que tengan las bibliotecas lleven a un consenso. También está convencido de que todo es temporal, porque todo está en pleno cambio, algo que según su percepción, durará bastante tiempo todavía. 
 

 

 

 


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