Novelas gráficas: la sección más dinámica de la biblioteca

Durante mucho tiempo las bibliotecas se han mantenido alejadas de los cómics y las novelas gráficas. Pero parece que esta tendencia ha cambiado en los últimos años y son muchos los bibliotecarios que se han acercado al noveno arte como una forma de dinamizar las colecciones, de aumentar la circulación y el número de socios.

Durante mucho tiempo las bibliotecas se han mantenido alejadas de los cómics y las novelas gráficas. Pero parece que esta tendencia ha cambiado en los últimos años y son muchos los bibliotecarios que se han acercado al noveno arte como una forma de dinamizar las colecciones, de aumentar la circulación y el número de socios.

Según un artículo de Heide MacDonald publicado en Publishers Weekly, la utilización de los cómics en los círculos educativos esta siendo cada vez más habitual en los Estados Unidos. Además –continúa– son pieza indiscutible en otras iniciativas como el préstamo de libros electrónicos. Según un estudio al que ha tenido acceso esta publicación, las novelas gráficas se encuentran entre las categorías de libros que más circulación tienen, comparables al préstamo de DVDs y de novelas de amor adolescente protagonizadas por hombres lobos o vampiros.

Christian Zabiskie, coordinador adjunto de los servicios para jóvenes de la biblioteca de Queens en el estado de Nueva York, cita un estudio realizado en año 2011 en el que se comparó una sección al azar de cómics con una muestra aleatoria de los libros más populares y el resultado fue sorprendente. No solo las novelas gráficas circulaban más que los grandes éxitos, sino que además resultaban más rentables.

Aunque muchos bibliotecarios se han definido a sí mismos como fans del noveno arte, el interés no despegó hasta principios del 2000, cuando el manga empezó a entrar en la preferencias de los lectores adolescentes y la novela gráfica comenzó a ganar impulso en el mercado de las librerías.

Los bibliotecarios –continúa MacDonald– parece que ya han adoptado este género, pero el problema radica en que algunos editores no ofrecen la información que estos precisan. Las colecciones para adultos no han crecido tanto como en otras áreas, en parte debido a la falta de información sobre contenidos y temas. Es más –añade– muchos bibliotecarios no saben qué hacer con su colección de adultos. No saben dónde pueden conseguir determinada bibliografía o información sobre el contenido, lo cual resulta muy frustrante.

Por último, en lo que a préstamo digital se refiere, este sigue siendo un terreno movedizo en el que los editores y los bibliotecarios se encuentran confundidos. Los primeros están esperando a ver como evoluciona todo. Este freno se debe, apunta McDonald, al miedo que les suscita un tema tan delicado como la piratería. Pero el modelo digital también soluciona otros problema –finaliza– como por ejemplo el poder almacenar los ochenta volúmenes de Naruto.


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