Italia: ¿los lectores que abandonaron la lectura en papel se habrán vuelto lectores digitales?

Datos divulgados por el Istat (Istituto nazionale di statistica) de Italia revelan una estrepitosa caída de la lectura tradicional entre los jóvenes de 15 a 18 y, a pesar del supuesto desplazamiento a la lectura en línea, los expertos Gino Roncaglia y Pierdomenico Baccalario plantean la duda de que esto sea posible.

Datos divulgados por el Istat (Istituto Nazionale di Statistica) de Italia revelan una estrepitosa caída de la lectura tradicional entre los jóvenes de 15 a 18 y, a pesar del supuesto desplazamiento a la lectura en línea, los expertos Gino Roncaglia y Pierdomenico Baccalario plantean la duda de que esto sea posible.

El semanal Giornale della libreria, en un análisis firmado por L. Biava sobre el informe de Istat Noi Italia. 100 statischice per capire il Paese in cui viviamo, señala dos aspectos que sobresalen en el estudio. El primero es la disminución de la lectura, registrada por primera vez entre jóvenes de 15 a 18 años, que han pasado del 59,8 al 50,6 por ciento, algo que ya ocurre en otros países del primer mundo. En el artículo se recuerda la más reciente investigación de Pew que muestra que los lectores norteamericanos adolescentes han disminuido el cuatro por ciento el año pasado.
 
El otro aspecto que destaca el Giornale tiene relación con la disminución de la lectura tradicional, que ha perdido 1.983.000 lectores entre 2012 y 2013 y el crecimiento de los que según Istat dicen haber leído o descargado libros en línea o ebooks en el último año que podría llegar a 5,2 millones de personas.
 
En este sentido L. Biava señala que por desgracia no se conoce cuántos de estos supuestos lectores de libros electrónicos lo son también de libros en papel.
 
Por su parte, Gino Roncaglia señala que la caída del número de lectores registrada por Istat es "un fenómeno muy preocupante" tanto por la magnitud del descenso como por la franja de edad de la que se trata. Afirma que los datos no pueden ser imputados solo a la crisis económica y opina que los datos que mostraban un crecimiento de la lectura en el último decenio por lo visto no tienen aún bases sólidas porque el número de lectores fuertes (buenos lectores) es todavía pequeño y los lectores débiles corren el riesgo de llegar a ser "no lectores".
 
Roncaglia opina que parece difícil no conectar esto con la difusión de los dispositivos móviles y las redes sociales, que en el grupo de edad de 15 a 18 tienen una difusión particularmente alta.
 
Destaca que "si los datos confirman en general que una dieta mediática rica es amiga y no enemiga de la lectura, también podría indicar que la disponibilidad de las herramientas digitales utilizadas en las mismas situaciones típicas de la lectura (en una silla, en la cama, movilidad...) restan tiempo para el libro". 

 
Roncaglia se muestra escéptico en cuanto a que el ebook pueda ayudar a frenar esta caída, ya que el desarrollo de la lectura en dispositivos electrónicos es muy limitada aún en Italia. Por otra parte, los datos de Istat muestran que los usuarios de ebook son los lectores fuertes.
 
Reforzar el mercado del ebook podría ayudar a contener el daño –afirma Roncaglia– pero cree que pocos no lectores podrían transformarse en lectores. A su juicio solo sería posible "con un trabajo de promoción de la lectura a otro nivel" donde "la imagen social del lector y de la lectura –sea en papel o digital– debe ser reforzada".
 
Pierdomenico Baccalario, en tanto, considera que esta disminución de los lectores jóvenes "es el resultado lógico de una cierta incapacidad" para crear nuevos lectores en Italia.
 
Menciona en contraste los mercados anglosajones, donde un descenso del lector tradicional fue acompañado por un aumento del digital, con un aumento constante en los últimos años de un 15 por ciento.
 
Y aún así, en una reciente encuesta entre más de 2.000 niños en el Reino Unido, donde la venta de libros para ellos es objeto de intensas y constantes campañas nacionales de promoción lectora, de las que depende la supervivencia de la industria, demostró que el libro está en el último lugar en el ranking de apreciación de lo que les gusta hacer en su tiempo libre. En primer lugar figuran aplicaciones, tabletas y smartphones.
 
Baccalario sostiene que no es difícil entender por qué, ya que los niños aspiran a ser mayores identificándose con los adultos y copiando las conductas que consideran significativas. "En nuestra sociedad adulta la lectura no es sinónimo de ser adultos cool"–subraya–. De este modo, "los niños leen menos porque los adultos leen menos". (Véase LecturaLab)
 
Igualmente, entre los indicadores más interesantes sobre el desapego a los libros Baccalario señala la asociación a un concepto diferente sobre la propiedad en las nuevas generaciones.
 
"Cada vez son más los jóvenes que identifican propiedad con acceso –afirma–. "Ellos no quieren "tener" un libro, cuando igual tienen la posibilidad de leerlo. Y si esa posibilidad se traduce en un catálogo interminable siempre disponible, disminuye el sentido de la urgencia de tener que leer algo aquí, ahora" –dice.

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