Sé de lo que hablas, lo leí en un tuit

Nunca ha sido tan fácil pretender saber mucho sin llegar a saber nada gracias a las actualizaciones en la redes sociales, a los tuits o a las alertar de noticias por correo electrónico. Esta es la idea que defiende Karl Taro Greenfield en un artículo de opinión publicado en The New York Times.

Nunca ha sido tan fácil pretender saber mucho sin llegar a saber nada gracias a las actualizaciones en la redes sociales, a los tuits o a las alertar de noticias por correo electrónico. Esta es la idea que defiende Karl Taro Greenfield en un artículo de opinión publicado en The New York Times.

Greenfield defiende que existe una presión constante por saber lo suficiente y de esta manera no revelarnos como unos “analfabetos culturales”. No es necesario –continua– haber consumido el contenido por completo, sino simplemente saber que existe y ser capaces de “charlar” sobre el tema. Según una encuesta realizada por el American Press Institute, casi seis de cada diez estadounidenses reconocen leerse solo los titulares de las noticias.

Somos la generación más ocupada –comenta Greenfield– y ya no tenemos tiempo de consumir contenido en su totalidad: “Nos basamos en las observaciones casuales de nuestros amigos o de personas que seguimos”.

Pero ¿quién decide lo que sabemos, las opiniones que vemos o las ideas que reutilizamos como si fueran nuestras? Pues según Greenfield los algoritmos de Google, Facebook y Twitter determinan lo que en realidad leemos, vemos y compramos.

La información está en todas partes y el flujo de datos no puede pararse y, como explica Greenfield, estamos remando desesperadamente y haciendo observaciones constantes para demostrar que no nos hemos quedado atrás y que sabemos de lo que alguien está hablando.
 


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