C.S. Lewis: experiencias de lectura sobre cómo lee un mal lector

El escritor irlandés C.S. Lewis, conocido sobre todo por Las crónicas de Narnia, fue también académico en Oxford, locutor de radio y un dedicado ensayista literario que plasmó sus apreciaciones sobre la lectura en un libro titulado La experiencia de leer. Un ejercicio de crítica experimental, publicado en 1961.

 

El escritor irlandés C.S. Lewis, conocido sobre todo por Las crónicas de Narnia, fue también académico en Oxford, locutor de radio y un dedicado ensayista literario que plasmó sus apreciaciones sobre la lectura en un libro titulado La experiencia de leer. Un ejercicio de crítica experimental, publicado en 1961.

En esta obra, editada en 2000 en España por Alba, en traducción de Ricardo Pochtar, C.S. Lewis, propone un experimento que procede a la inversa de lo habitual en la crítica literaria: «juzgar la literatura a partir de cómo es leída», y no hacer una clasificación entre «buenos» y «malos » libros, sino entre «buenos» y «malos» lectores.
 
En el blog Biblioteca Ignoria, se publica uno de los artículos integrados en ese volumen titulado "Cómo lee el mal lector" en el que Lewis compara la lectura con el disfrute de la música de un melómano para quien la audición de la música es "un punto de partida para alcanzar cosas tan inaudibles (y, por lo tanto, tan poco musicales) como las emociones y las imágenes visuales".

Según Lewis, "en cambio, en el caso de la literatura nunca puede haber una apreciación puramente literaria similar a la que permite la música. Todo texto literario es una secuencia de palabras, y los sonidos (o sus equivalentes gráficos) son palabras en la medida en que a través de ellos la mente alcanza algo que está más allá. Ser una palabra significa precisamente eso"

"Por tanto –dice–, aunque atravesar los sonidos musicales para llegar a algo inaudible y no musical pueda ser una mala manera de abordar la música, atravesar las palabras para llegar a algo no verbal y no literario no es una mala manera de leer". 

"Lo único que exige la primera nota de una sinfonía es que sólo prestemos atención a ella. En cambio –agrega–, la primera palabra de la Ilíada dirige nuestra mente hacia la ira: hacia algo que conocemos al margen del poema e, incluso, al margen de la literatura".
 
También subraya que "cada arte es él mismo y no cualquier otro arte". Por tanto –añade–, todo principio general que descubramos deberá tener una forma específica de aplicación en cada una de las artes.
 
Luego aclara que lo que le interesa es descubrir "cómo se aplica correctamente a la lectura la distinción que hemos establecido entre usar y recibir".
 
"¿Qué actitud del lector carente de sensibilidad literaria corresponde a la concentración exclusiva del oyente sin sensibilidad musical en la «melodía principal», y al uso que éste hace de ella?" –pregunta el autor.
 
Para averiguarlo asegura que podemos guiarnos por el comportamiento de esos lectores. A su entender ese lector presenta unas características que se enuncian a continuación.
 
1. Nunca, salvo por obligación, leen textos que no sean narrativos. No quiero decir que todos lean obras de narrativa. Los peores lectores son aquellos que viven pegados a «las noticias».
 
2. No tienen oído. Sólo leen con los ojos. Son incapaces de distinguir entre las más horribles cacofonías y los más perfectos ejemplos de ritmo y melodía vocálica.
 
3. Su inconsciencia no se limita al oído. Tampoco son sensibles al estilo, e incluso llegan a preferir libros que nosotros consideramos mal escritos.
 
4. Les gustan las narraciones en las que el elemento verbal se reduce al mínimo: «tiras» donde la historia se cuenta en imágenes, o filmes con el menor diálogo posible.
 
5. Lo que piden son narraciones de ritmo rápido. Siempre debe estar «sucediendo» algo. Sus críticas más comunes se refieren a la «lentitud», al «detallismo», etc., de las obras que rechazan.
 
El desarrollo de estas premisas, es decir el artículo completo, puede consultarse en el blog Biblioteca Ignoria o en Facebook en Ignoria, biblioteca hogar.
 

© Copyright Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 2010