Steve Wozniak, cofundador de Apple, preocupado por la amenaza de la inteligencia artificial

La rebelión de las máquinas parece estar más cerca de lo que pensamos o al menos eso es lo que augura Steve Wozniak en unas declaraciones publicadas en Australian Financial Review. El cofundador de Apple está seguro de que los ordenadores sustituirán a los humanos. Esta idea también la comparten muchas figuras relevantes del mundo de la tecnología.

La rebelión de las máquinas parece estar más cerca de lo que pensamos o al menos eso es lo que augura Steve Wozniak en unas declaraciones publicadas en Australian Financial Review. El cofundador de Apple está seguro de que los ordenadores sustituirán a los humanos. Esta idea también la comparten muchas figuras relevantes del mundo de la tecnología.

Aunque en un primer momento puede pensarse que las máquinas inteligentes son de gran ayuda para la industria, también podrían ser peligrosas y volverse contra sus creadores. Esta idea, muchas veces reflejada en el cine y la literatura, parece estar cada vez más cerca.

El director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, cree que la inteligencia artificial (IA) es la mayor amenaza para la humanidad, según recoge un artículo publicado en Business Insider. Incluso Bill Gates, fundador de Microsoft, está convencido de que en tan solo unas décadas la IA contará con la fuerza suficiente para suponer una auténtica preocupación. A esto se suma el físico Stephen Hawking, quien asegura que la inteligencia artificial podría ser el fin de la raza humana.

Wozniak, por su parte afirma que el futuro puede ser aterrador para la gente: "Si construimos estos dispositivos para cuidar de todos nosotros, con el tiempo pensarán más rápido que nosotros y decidirán deshacerse de esos seres tan lentos, para dirigir empresas de manera eficiente".

Para terminar, Wozniak plantea una serie de cuestiones entre la ironía y el fatalismo, ya que se pregunta si los seres humanos serán dioses o más bien las mascotas de estas máquinas inteligentes.
 


© Copyright Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 2010