Fibras multifuncionales para estudiar el cerebro

¿Se podrá, en un futuro no muy lejano, curar enfermedades como la parálisis? Parece ser que sí. Polina Anikeeva, científica especializada en materiales, ha dado con la fórmula para fabricar sondas neuronales ultra finas mediante el ensamblaje de polímeros y metales, muy parecidas a las que se encuentran en el cerebro. Este avance sobre los materiales empleados supone un gran paso para terminar con muchas enfermedades e incluso desvelar algunos secretos del cerebro.

¿Se podrá, en un futuro no muy lejano, curar enfermedades como la parálisis? Parece ser que sí. Polina Anikeeva, científica especializada en materiales, ha dado con la fórmula para fabricar sondas neuronales ultra finas mediante el ensamblaje de polímeros y metales, muy parecidas a las que se encuentran en el cerebro. Este avance sobre los materiales empleados supone un gran paso para terminar con muchas enfermedades e incluso desvelar algunos secretos del cerebro.

Estas sondas neuronales son capaces de transportar luz a la vez que recogen y transmiten electricidad. Cuenta con unos canales pequeños mediante los cuales se pueden suministrar medicamentos, informa Antonio Regalado en un artículo publicado en MIT Technology Review.

Gracias a ellas es posible estudiar cómo se comporta y y cómo funciona el cerebro de una forma totalmente nueva, ya que se puede grabar el comportamiento de las neuronas y también estimularlas.

Anikeeva se aventura a pronosticar que gracias a su descubrimiento será posible realizar un cableado biónico que se una a la médula espinal para recoger las señales eléctricas del cerebro y transmitírselas a los músculos de la extremidad paralizada.

Esta científica –añade Regalado– ha creado estas sondas utilizando una tecnología desarrollada por el investigador Yoel Fink, perteneciente al MIT.

Su fabricación se basa en el comportamiento del sílice cuando se calienta y se estira para crear fibras de telecomunicación. Estas fibras de polímero –afirma– cuenta con dos ventajas muy importantes. La primera de ellas, es que son flexibles e imitan las propiedades físicas del tejido, lo que permite trabajar durante más tiempo que con los electrodos metálicos. La segunda característica, es que se les pueden atribuir muchas funciones.

Para su construcción existen grandes desafíos, tal y como asegura Andrés Canales, un estudiante graduado que participa en el proyecto. Uno de estos grandes desafíos es que los cables y los tubos deben extenderse y soldarse a mano para conectarlos a los componentes, algo que por el momento resulta muy complicado.

Anikeeva está convencida de que aunque esta nueva tecnología no es la definitiva, derivará en una versión más sofisticada para acabar con enfermedades como la parálisis. Ella y su equipo creen que están por el buen camino.
 


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