Anthony W. Marx, presidente de la Biblioteca Pública de Nueva York, sostiene que en una sociedad democrática las bibliotecas “son esenciales para mejorar la educación, la participación cívica y la instalación tecnológica necesaria para el éxito económico”. Lo hace en un artículo publicado en las páginas de opinión del periódico The New York Times en el que declara que el reto actual es asegurar que la revolución de la información garantiza un mayor acceso a la información y a los materiales de lectura, no menor.

Marx, que también reflexiona sobre sobre las colecciones digitales de las bibliotecas, y constata que el día a día evidencia un crecimiento del uso de dispositivos electrónicos para leer y acceder a los textos, destaca que las transformaciones experimentadas en torno al mundo de la información plantean profundos interrogantes respecto al futuro de los libros, la lectura y las bibliotecas.

En su análisis hace especial hincapié en la actuación de los editores, de los que afirma que “han sido ágiles respecto a la comercialización de libros electrónicos para los consumidores”, aunque apostilla Marx, “hasta hace muy poco se han mostrado muy reticentes a vender libros electrónicos a las bibliotecas para su préstamo, temerosos de que ello perjudicara su negocio”.

Tony Marx celebra el reciente cambio de postura de Hachette y su intención de editar libros electrónicos a disposición de las bibliotecas públicas, anuncio sobre el que informó Lectura Lab. Es este un gran paso, según valora Marx, pues supone el pleno consenso entre los seis grandes sellos editores americanos Hachette, HarperCollins, Macmillan, Penguin Group, Random House y Simon & Schuster. Que todos ellos consideren que sus libros electrónicos deben ponerse a disposición de los usuarios de las bibliotecas marca un importante hito, estima el presidente de una institución tan emblemática como la NYPL, tras las duras negociaciones desarrolladas entre ellos y las bibliotecas.

Según preconiza Marx, el libro electrónico pronto podría ser el formato de libro más popular, en razón del mayor crecimiento de los lectores de textos digitales frente a los impresos. “El número de lectores de nuestros libros electrónicos aumentó un 168 por ciento desde 2011 hasta 2012; la circulación de los materiales impresos -dice-, a pesar de ser mayor en número, se mantuvo constante”.

Otro aspecto que resalta Marx es el crecimiento de los usuarios de las bibliotecas a raíz de la crisis, que cifra en 44 por ciento desde 2008 en el conjunto de sucursales de la Biblioteca Pública de Nueva York. Ello pone de manifiesto, advierte Marx, que en “un momento de austeridad dolorosa y aumento de la desigualdad” las bibliotecas son un elemento esencial de apoyo a los ciudadanos, especialmente a los más desfavorecidos, tanto en su vertiente tradicional como en relación con los nuevos servicios y materiales electrónicos. Y en ese sentido, resalta Anthony Marx, que “el acceso a estos libros electrónicos es esencial para que las bibliotecas siguen siendo vitales”.

Las conversaciones entre las bibliotecas y los editores de libros electrónicos cobran hoy una importancia suma para que el desarrollo de las colecciones digitales y los servicios de préstamo y consulta en torno a ellas no se paralicen, apunta Marx con datos específicos de la experiencia al respecto de la NYPL. Ampliar las selecciones de títulos digitales, racionalizar los costes de estos materiales y formar a los usuarios en el uso de dispositivos y obras electrónicas son los retos más inmediatos, según opinión de Marx.

“Tenemos un gran interés en ver que los editores siguen siendo empresas sostenibles y que a los autores se les paga justamente por su trabajo. Pero junto a estos imperativos económicos deben considerarse paralelamente el papel de las bibliotecas en una sociedad democrática” -concluye Anthony Marx en su alegato.