La sentencia de la magistrada Denise Cote señala a la compañía Apple como principal artífice e instigadora de la conspiración que el gigante tecnológico y los cinco grandes grupos editoriales encausados –HarperCollins, Penguin, Hachette, MacMillan y Simon & Schuster– orquestaron en 2009 para elevar el precio de venta final de los libros electrónicos y acabar con la hegemonía que ostentaba Amazon en el sector.

PublishersWeekly, uno de los muchos medios que se hacen eco de la noticia, desgrana los principales argumentos contenidos en el informe del veredicto. El auto afirma que el modelo de agencia de ventas, creado por los editores en connivencia con Apple, y que garantizaba a esta última una comisión del treinta por ciento de los ingresos de ventas de ebooks a través de su tienda electrónica, es una práctica ilegal contraria a la ley antimonopolio, ya que elimina la competencia –en la que Amazon, con su oferta de libros destinados al lector Kindle por debajo de los diez dólares, era el enemigo a batir– y facilita, como de hecho ocurrió en pocos meses, la subida de precios. La juez declara probado que “Apple tuvo un papel central en la ejecución de esa conspiración”.

El largo proceso, que tiene su origen en la demanda presentada en su día por el Departamento de Justicia norteamericano, y que para las cinco editoriales se saldó con acuerdos extrajudiciales con la Administración, puede salirle bastante más caro a Apple, que decidió continuar litigando en los tribunales.

Punto casi final, a la espera de que se dicte la cuantía de la multa que deberá pagar la compañía de Tim Cook, para uno de los asuntos que más han dado que hablar en el complejo y cambiante mercado del ebook. Pero, más allá del limitado impacto que el fallo tendrá en la cuenta de resultados de Apple, lo realmente importante es ver en qué forma afectará al negocio global de la venta de libros digitales, que no acaba de asentar completamente sus parámetros.