Un trato. Eso es lo que propone el escritor Cory Doctorow en la relación entre editores y bibliotecas en lo relativo al préstamo de libros electrónicos. El autor de ciencia ficción, activista, periodista y bloguero, en un texto publicado en Locus Online, califica de perjudicial para las bibliotecas el actual sistema de préstamo de libros electrónicos (contenidos, no lectores).

Las bibliotecas pagan a los editores el precio de cada libro multiplicado por cinco para que los usuarios puedan tomarlo en préstamo, asegura Doctorow: entre 60 y 80 dólares. Cada uno de esos libros sólo puede ser tomado en préstamo por un usuario a la vez, lo que implica tener que comprar varios ejemplares para que varios usuarios puedan leerlo al mismo tiempo, igual que sucede con el libro en papel. A ello se añaden las restricciones del DRM, innecesarias en el momento en que el costoso software que usan las bibliotecas evita que una copia digital pueda ser utilizada por más de un usuario a la vez.

Las bibliotecas no son competidores de los editores, opina Doctorow, su único interés –dice– es que cada uno siga haciendo su trabajo en la cadena del libro, es decir, que los autores escriban, los lectores lean y los editores sigan vendiendo.

Ante esta situación, la Asociación de Bibliotecas Americanas (ALA) propone tratar directamente con el autor y para ello ha lanzado un programa denominado Authors for Library E-books [Autores a favor de los libros electrónicos en bibliotecas], a través del cual recogen firmas de los autores para que las bibliotecas obtengan un acceso justo a los libros electrónicos.

Los editores pueden obtener de las bibliotecas valiosos datos sobre los préstamos de libros, un buen indicador del interés que suscitan entre los usuarios, sin violar la privacidad del usuario. Por otra parte, los editores pueden ofrecerles descuentos en la compra de libros electrónicos –no en vano son uno de sus mejores clientes por el volumen de negocio que suponen– y software que les ayude a gestionar la colección de ebooks.

Sin embargo, Kirsten Reach, editora en Melville House, duda de que los editores den una palmadita en el hombro a las bibliotecas por recomendar sus libros y organizar encuentros con los autores, promocionando así sus obras. También se pregunta con un cierto tono escéptico, si las bibliotecas estarían dispuestas a trabajar para proveer de datos a los editores, ayudándoles así a competir con Amazon, y si  los editores invertirían en software para las bibliotecas.