¿Cómo pueden apoyar las bibliotecas al desarrollo? ¿Pueden estas instituciones significar la diferencia entre los usuarios que simplemente acceden a la información y aquellos que son capaces de utilizarla? El desarrollo en el siglo XXI exige el acceso a la información y las bibliotecas públicas son las instituciones que pueden dar respuesta a la necesidad de información demandada por la sociedad. Este es el planteamiento que defiende Stuart Hamilton, director de Política y Defensa de la IFLA, en un artículo publicado en The Guardian.

Hay más de 320.000 bibliotecas públicas en todo el mundo, de las cuales 230.000 se encuentran en países en desarrollo. Según sostiene Hamilton, el potencial de estas instituciones para apoyar los objetivos de desarrollo está siendo claramente infrautilizado. En su opinión, las bibliotecas públicas, si cuentan con el apoyo adecuado, ofrecen a sus usuarios acceso a recursos que pueden ayudar a mejorar su bienestar económico y social.

¿Por qué las bibliotecas públicas? –se pregunta Hamilton–. En primer lugar, afirma, porque ya existen. Para el directivo, las bibliotecas públicas, con independencia de su nivel de financiación, son espacios físicos que se incorporan en los marcos y estrategias gubernamentales. Estas instituciones tienen presupuestos específicos para el personal y los recursos de información, y las comunidades tienen de ellas una percepción positiva de que su potencial podría ser desbloqueado si el gobierno les prestara más atención. El apoyo público a las bibliotecas, asegura, ofrece una sostenibilidad de la que carecen los enfoques focalizados en proyectos.

Asimismo, afirma Hamilton, las bibliotecas públicas ofrecen cada vez más acceso público a internet y a todos los recursos de información que puede proporcionar. Esto, en su opinión, es fundamental para entender el potencial que ofrecen en términos de capacitación de los individuos para satisfacer sus necesidades de información. A su juicio, y a pesar de la creciente penetración de internet, la brecha digital no es un hecho del pasado. De hecho, sólo el 35 por ciento de la población mundial está en línea, y el acceso público, revela, desempeñará un importante papel al permitir el acceso a internet al resto de la población.

Por otra parte, a su juicio las bibliotecas públicas también ofrecen experiencia. El personal especializado de estas instituciones proporciona asesoramiento y consejo, y esto es lo que puede significar la diferencia entre los usuarios que simplemente acceden a la información y aquellos que son capaces de utilizarla. Como ejemplo de ello, Hamilton sostiene que el personal bibliotecario puede ayudar a los agricultores y pescadores a utilizar internet para promover mejor sus productos, o a los estudiantes a mejorar sus resultados en los exámenes. Asimismo, considera que las bibliotecas públicas pueden ofrecer “algo a todo el mundo”: a los niños y los jóvenes, a las mujeres y las niñas, a los grupos vulnerables y marginados, al empresario, al inventor o al trabajador sanitario.

Por último, Hamilton afirma que los políticos, las entidades financieras y los organismos de desarrollo deben empezar a ver el potencial de las bibliotecas como socios en las actividades de desarrollo, y las bibliotecas deben hacer más para llamar la atención sobre los servicios que pueden ofrecer. Asimismo, el directivo declara que es necesario que los propios bibliotecarios sean más proactivos en términos de aumentar la visibilidad de la labor que realizan en la comunidad. Hamilton sostiene que este colectivo es demasiado tímido a la hora de ensalzar los beneficios de su trabajo. Por otra parte, incide también en la necesidad de la comunidad del desarrollo para estar abiertos a la idea de utilizar las bibliotecas públicas como socios en proyectos para mejorar la vida en los países en desarrollo.