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En torno a género, educación y trabajo: La feminización de la educación superior. (Parte II)
26/3/2015
 
El semanario británico The Economist ha publicado un extenso artículo titulado "The weaker sex" [El sexo débil] bajo el subtítulo "Género, educación y trabajo" que analiza el hecho de que los chicos están siendo superados por las chicas en la escuela y en la universidad. En la segunda parte que reproduce hoy Lectura Lab, se destaca el hecho de que la dominación educativa de las niñas persiste después de acabada la escuela y actualmente la matrícula de mujeres en la universidad ha aumentado casi dos veces más rápido que la de los hombres.
 
El artículo que se reproduce en la edición digital ha sido tomado de la sección internacional de su edición impresa y no lleva firma. Está confeccionado en base a entrevistas con autoridades del ámbito educativo anglosajón y toma en consideración los datos del informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicado el 5 de marzo de 2015, sobre las competencias de niños y niñas en matemáticas, ciencias y lectura. 
 
El artículo señala que hasta hace unas décadas en casi todos los países los hombres estaban en clara mayoría en la universidad, en particular en los cursos avanzados y en ciencia e ingeniería. Pero a medida que la educación superior ha experimentado un auge en todo el mundo, las mujeres matriculadas han aumentado casi dos veces más rápido que los hombres. En los países miembros de la OCDE ahora representan el 56 por ciento de los estudiantes matriculados, frente al 46 por ciento en 1985. Para 2025 que pueden elevarse hasta el 58 por ciento –agrega The Economist.
 
Incluso –asegura el semanario– en el puñado de países de la OCDE, donde las mujeres son minoría en el campus, su número está en aumento. Mientras tanto otros, como Estados Unidos, Gran Bretaña o Escandinavia, tienen un 50 por ciento más de mujeres que hombres en el campus. En muchas de las universidades privadas de élite de los Estados Unidos las cifras están más equilibradas. "La opinión generalizada es que sus opacos criterios de admisión están relajados para los hombres" –afirma.
 
La feminización de la educación superior ha sido tan gradual que durante mucho tiempo ha pasado desapercibida –subraya The Economist. Según Stephan Vincent-Lancrin de la OCDE, cuando se publicó en 2008 un informe señalando hasta dónde se había llegado, la gente "no lo podía creer".
 
Las mujeres que van a la universidad tienen más tendencia a graduarse que sus pares masculinos, y por lo general, obtienen mejores calificaciones. Pero los hombres y las mujeres tienden a estudiar materias diferentes; muchas mujeres eligen cursos de educación, salud, artes y humanidades, mientras que los hombres se ocupan de informática, ingeniería y ciencias exactas. En matemáticas las mujeres están alcanzando nivel; y han avanzado en ciencias de la vida, ciencias sociales, economía y derecho.
 
El artículo de The Economist señala que el cambio social ha hecho más para alentar a las mujeres a ingresar a la educación superior que una política deliberada. La píldora y un descenso en el número promedio de hijos, junto con el matrimonio y la maternidad más tardíos, han facilitado a las mujeres casadas incorporarse al trabajo. A medida que más mujeres han salido a trabajar, la discriminación se ha hecho menos aguda.
 
La meta de las chicas fue el estudio una vez que se esperó de ellas que tuvieran carreras. El aumento de las tasas de divorcio subrayó la importancia de que fueran autosuficientes. Actualmente las chicas en casi todas partes parecen más ambiciosas que los chicos, tanto en lo académico como en sus carreras. Es difícil creer que entre 1900 y 1950 cerca de la mitad de los empleos en los Estados Unidos estaban prohibidos a las mujeres casadas –dice The Economist.
 
¿Están ahora las mujeres camino de convertirse en el sexo dominante? –pregunta el semanario. Hanna Rosin, en su libro The End of Men and the Rise of Women [El fin de los hombres y el surgimiento de las mujeres], publicado en 2012, sostiene que en Estados Unidos, al menos, las mujeres están por delante no sólo en lo educativo, sino cada vez más también en lo profesional y lo social. Añade el periódico que los responsables políticos de muchos países se preocupan por la posibilidad de una creciente subclase de hombres mal educados. Eso debería preocupar a las mujeres también –dice The Economist – "ya que en el pasado solían casarse con hombres de su propio grupo social o por encima. Si hay pocos de ellos, muchas mujeres tendrán que casarse por debajo de su grupo o no hacerlo en absoluto".
 
Según la OCDE, el retorno de la inversión en cierto grado es mayor para las mujeres que para los hombres en muchos países, aunque no en todos. PayScale, una empresa norteamericana que analiza datos de ingresos, encontró que el retorno de la inversión en un título universitario para las mujeres era inferior o en el mejor de los casos igual que para los hombres.
 
Aunque las mujeres como grupo ahora están mejor cualificadas –explica el artículo–, ganan en torno a las tres cuartas partes menos que los hombres. Una de las grandes razones es la elección de la profesión: la educación, las humanidades y el trabajo social pagan menos que la ingeniería o la informática. Sin embargo  investigaciones académicas muestran que las mujeres conceden menos importancia que los hombres al nivel salarial de posgrado, lo que sugiere que una alta rentabilidad financiera no es la razón principal de su educación superior.
 
Por otra parte The Economist destaca que en la presencia de mujeres sigue siendo "notablemente escasa" en los niveles más altos de la empresa y de las profesiones. En contraste, en la universidad, los ensayos y exámenes son anónimos y por tanto sin marcas de género para proteger de prejuicios a las alumnas.
 
Pero en el lugar de trabajo, dice Elisabeth Kelan, de la Cranfield School of Management, de Gran Bretaña, "los patrones tradicionales se confirman de manera milagrosa". Hombres y mujeres optan por profesiones médicas y legales casi en igual número, pero 10 o 15 años después muchas mujeres han elegido caminos poco ambiciosos o han abandonado su carrera para pasar tiempo con sus hijos. Mientras tanto, aumentan las situaciones en las que los hombres ven que las cualificaciones adquiridas hace mucho tiempo van perdiendo prestigio y personalidad, a la par que la ambición y la experiencia llegan a ser más importantes.
 
El último bastión
 
Durante mucho tiempo se dijo que como históricamente las mujeres habían estado insuficientemente representadas en la universidad y en el trabajo, se necesitaría mucho tiempo para nivelar los nombramientos de altos cargos. Pero después de cuarenta años de ser la mayor parte de los titulados en algunos países, ese argumento se está agotando –afirma The Economist. Según Claudia Goldin, profesora de Economía en Harvard, el "último capítulo" en la historia del ascenso de las mujeres –en remuneración y acceso a los mejores puestos de trabajo– "no vendrá sin grandes cambios estructurales".
 
En un artículo reciente publicado en American Economic Review, Goldin encontró que la diferencia entre los ingresos por hora de hombres altamente cualificados y sus pares mujeres crece enormemente en los primeros 10 a 15 años de la vida laboral, en gran parte debido a grandes primas en algunos puestos de trabajo muy bien pagados por largas jornadas laborales y por estar constantemente disponible. En general a los hombres les resulta más fácil que las mujeres trabajar de esta manera.
 
Cuando esos trabajos son comunes, por ejemplo, en los negocios o en el derecho, la brecha salarial de género sigue siendo ancha e incluso cortos períodos fuera del trabajo son severamente sancionados, lo que significa que la maternidad puede exigir un alto precio.

"Siempre habrá trabajos en los que la flexibilidad no es una opción", dice Goldin y menciona directores ejecutivos, abogados, cirujanos, algunos banqueros y políticos de alto nivel. En muchos otros cree que no es necesario que la remuneración dependa de estar disponibles a todas horas –y los hombres bien educados que quieren una vida fuera del trabajo también se beneficiarían del cambio –afirma. "Pero –dice– la nueva brecha de género está en el otro extremo del espectro de la remuneración. Y no son las mujeres las que están sufriéndola, sino los hombres no cualificados".


 
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