El copresidente de ALA Digital Content Working Group, Sari Felldman, destacó favorablemente el cambio que se percibe en las conversaciones que mantienen en estos momentos las bibliotecas con los grandes grupos editoriales y añadió que ahora la cuestión no es si estas empresas deben tener sus ebooks en el préstamo bibliotecario, sino cómo hacerlo. 

Fue durante la sesión anual de invierno de la ALA celebrada este año, en la que la institución hizo además un llamamiento a los bibliotecarios y les instó a realizar una visión mucho más profunda del futuro digital y de su papel en estos nuevos entornos.

Pero las bibliotecas se enfrentan a grandes desafíos y problemas, tal y como explica Alan Inoye, director de la Oficina de la ALA en Política Informática, en un artículo publicado en Publisher Weekly.

En primer lugar los monopolios.

Durante el reinado de los libros impresos las bibliotecas disfrutaron de un monopolio que el mundo digital viene a cambiar –comenta Inoye-. Ante los préstamos digitales éstas están compitiendo por ganar la atención del usuario con otros tipos de contenidos. La idea es –continúa– recuperar sus valores añadidos como son la detectabilidad y la exposición.

En segundo lugar lo que los autores quieren.

Robert Wolven, copresidente también del ALA Digital Content Working Group y bibliotecario asociado de la Universidad de Columbia, expuso en su intervención que aunque los autores tienen distintos intereses, todos quieren ganar lectores, reconocimiento y regalías.

Los escritores se muestran susceptibles ante la posibilidad de ofrecer sus libros electrónicos a las bibliotecas, pero el desarrollo de la era digital presenta una serie de lecciones que hay que aprender y de batallas con las que terciar –dijo la agente literaria Ginger Clark durante su intervención. La batalla más grande –sostuvo– es el tema de las regalías digitales que aportan menos ganancias a los autores, algo que les preocupa especialmente. Los autores quieren conectar más con los lectores a través de las bibliotecas, pero todas las decisiones que se toman en torno a los ebooks se les escapan de las manos.

Peter Brantley, director de Scholarly Communications, hypotes.is, y colaborador de Publishers Weekly, ofreció en su charla una visión más amplia de los asuntos digitales a los que se enfrentan en estos momentos las bibliotecas. El arte digital amplía y enriquece los entornos de narración y de información –comentó– y con las herramientas basadas en web, la narración se mueve en un nuevo espacio donde los creadores pueden hacer cosas que van más allá. Pero el texto –advirtió– seguirá siendo un modo primario de narración. Con las herramientas digitales –explicó– los autores ya pueden verse a sí mismos como la fuente de producción y ofrecer desde ebooks a relatos cortos, algo que hubiera sido impensable en otro momento.

Por último, afirmó que existe una brecha creciente entre lo que está en el mercado y lo que pueden ofrecer las bibliotecas a través de sus programas de préstamo digital y aunque por una parte cree que está bien que Amazon sea un agente de detección, no le convence tanto la idea de que sea una fuente principal para gran parte de la literatura.