El Centro de Desarrollo Sociocultural (CDS) de la Fundación en Peñaranda ha celebrado un Open Lab (Laboratorio abierto) con la colaboración del Arts House de Melbourne (Australia) en el que especialistas y público en general respondieron a un cuestionario sobre lo que será un centro cultural en el futuro.
Una treintena de expertos y agentes culturales de esa ciudad australiana analizaron las propuestas del CDS, cuya intención es debatir las acciones que se están desarrollando ahora en Peñaranda de Bracamonte "y conocer qué visión tienen ellos", según explica el director del CDS, Javier Valbuena.
Esta iniciativa está incluida en el proyecto Conexiones Improbables que la Fundación ha puesto en marcha con la idea de que estos espacios se encuentran en un proceso de redefinición en virtud de que las nuevas tecnologías están cambiando los consumos culturales.
Valbuena señala que en el vídeo preparado por el CDS se explica el proceso que está siguiendo el centro para acoplarse a los cambios que está originando la tecnología en la cultura "y reflexionar sobre los comportamientos de los públicos y cómo afecta en un centro que en principio tiene los datos de éxito tanto en asistencia, en socios o en visitas a las actividades".
El Open Lab celebrado en Melbourne fue coordinado por Madeleine Hodge, integrante del colectivo Banana Asylum, implicado en el proyecto "In the Clouds" que desarrolla la Fundación en el CDS que forma parte de la plataforma Conexiones Improbables. Las conclusiones de este plan de trabajo se darán a conocer en marzo de 2012.
Según los últimos datos proporcionados por el CDS, de los 6.800 habitantes de Peñaranda, el 83 por ciento está asociado a la Biblioteca (en Castilla y León alcanza al 48,67 por ciento y en España al 25,15 por ciento (dato de 2009); con una media diaria de 546 usuarios y más del 75 por ciento del aforo ocupado por abonados en representaciones teatrales. Los cursos para profesionales bibliotecarios se ocupan prácticamente al completo y las encuestas de satisfacción de los asistentes alcanzan al 90 por ciento.
A pesar de lo que reflejan las estadísticas, actualmente resulta insuficiente la estrategia de mejora continuada de la calidad de los servicios a los usuarios, según advierte Valbuena.
"Por eso –dice– quizá es obligatorio introducir una pregunta que a veces da un cierto escalofrío para una organización". Este interrogante se refiere a la posibilidad de que haya que cerrar un centro cultural por falta de público.
Las probabilidades de que algo así pueda suceder vienen avaladas por el avance imparable del entorno digital. Entre otros datos, se destaca que en 2010 se vendieron dieciocho millones de tabletas o que la venta de libros electrónicos en los EE.UU. ya representa el 8,3 por ciento de la facturación del sector.
Por ese motivo Valbuena subraya que "si estamos ante un cambio de paradigma o de época, la forma de reflexionar debe ser diferente". "No se trata –aclara– de hacer planes estratégicos o planes directores, tenemos que cuestionarnos cosas esenciales de manera diferente. Por ello participar en la plataforma Conexiones Improbables ayuda a incorporar nuevas voces, como el colectivo Banana Asylum, que provocan nuevas conversaciones y nuevas emociones para experimentar cómo debe ser el centro cultural del futuro".
El director del CDS sostiene que "este desafío debe ser sometido a contraste" lo que fundamenta la celebración del Open Lab en Melbourne, donde los agentes recibieron las siguientes preguntas:
¿Cómo será la interrelación de los espacios físicos y virtuales?
¿Hacia qué perfil de bibliotecario y de gestor cultural vamos?
¿Cómo dialogan los públicos próximos y virtuales?
En este nuevo contexto de la lectura en streaming, ¿cómo captar nuevos públicos y qué servicios podemos ofrecer desde las bibliotecas?
¿Se rompe la programación fragmentada y se busca la interrelación de las artes con el apoyo de la biblioteca?
¿Se ha agotado el centro cultural como lugar de uso/consumo y emerge un nuevo rol de centro físico como espacio de coproducción, relación e intercambio de contenidos y experiencias?
¿Se debe apostar por la creación de contenidos (diferenciales) para la nube y qué implicaciones tiene para el centro como espacio de producción?
¿Qué le sugiere el concepto de centro cultural en tránsito?
¿Qué dimensiones les parecen más relevantes en la definición del centro cultural y/o biblioteca del futuro?
Las aportaciones de los agentes que participaron en el Open Lab en Melbourne serán comunicadas en breve.
