La explotación laboral, la destrucción de las empresas locales y la creación de una oligarquía corporativa son las tres características que según Jim Hightower definen las prácticas comerciales de Amazon.

En un artículo publicado en AlterNet, este escritor y columnista explica el porqué de estas tres afirmaciones tras analizar las técnicas y pasos que ha ido dando el gigante minorista desde su incursión en el mercado.

Bezos –asegura Hightower– tiene el poder de acechar, debilitar e incluso acabar con sus más directos competidores, sean estos grandes empresas como Barnes & Noble o pequeñas librerías de cemento y ladrillo. Cuando estos últimos entran a formar parte de Amazon, se siente atraídos por los más de doscientos millones de clientes potenciales con los que cuenta la empresa. Pero una vez dentro –afirma– se ven obligados a reducir lo que cobran y seguir así la política de precios del minorista.

Quizá definir a Bezos como un depredador, pueda parecer demasiado –comenta Hightower– pero durante una entrevista en Businessweek, él mismo comparó su técnicas de negociación con las que emplea “un guepardo que persigue una gacela enferma”. En definitiva –añade– perseguir a los pequeños y más vulnerables editores y exprimir sus precios a máximo, de esta manera el minorista en línea puede aplicar los precios más bajos del mercado.

Amazon vende el cuarenta por ciento de todos los libros nuevos. En lo relacionado con el mercado del libro digital ya vende dos tercios de los ebooks que se editan y además tiene Kindle, el dispositivo de lectura más extendido entre los consumidores.

Bezos no solo es el librero más importante, sino el encargado de fijar los precios, de decidir qué libro debe tener un mayor alcance, es editor de sus propios libros e incluso patrocinador de un importante premio de literatura –resume Hightower. ¿Y cómo lo ha conseguido?: “Por la fuerza bruta” –asegura el escritor.

Para llegar a estar en la cima, el fundador de Amazon ha seguido el camino trazado por los “grandes barones del robo del siglo XIX” –añade– es decir practicando la explotación laboral y los salarios bajos, consiguiendo millones de dólares de subsidios concedidos por el gobierno y poniendo en marcha todas las armas “anti-competencia” que existan o que se puedan inventar.