La editorial Hachette obtuvo cincuenta millones de libras [unos sesenta millones de euros] de las ventas digitales en 2012, lo que demuestra que lo que empezó como un experimento al margen de las editoriales es ahora uno de los principales negocios. Desde este punto de vista, Alex Ingram argumenta que los editores deben replantearse la calidad del diseño que ofrecen los textos digitales.

 

Como norma general, los ebooks vienen con la misma portada que su edición de tapa dura o de bolsillo, solo que de peor calidad. Sin embargo Ingram insiste en que la edad digital exige un cambio en el diseño de cubiertas, que se adapte a los ereaders y que sea atractivo a pesar del tamaño de un thumbnail.

 

Por otra parte, Tim Kreider ha publicado un artículo en The New York Times en el que trata las nuevas necesidades del mercado como la oportunidad perfecta para aumentar la participación de los autores en el proceso creativo de las portadas. Kreider enfatiza sobre la importancia de las cubiertas como herramienta para la promoción de las ventas, y describe su experiencia personal, en la que se ocupan de ellas los departamentos de marketing. Los ebooks, en cambio, ofrecen la posibilidad de auto-publicación, y dan mayor autonomía al autor sobre el producto final de su trabajo.

 

Kreider afirma que, en el mundo literario, los minoristas tradicionales pueden pedir más o menos copias de un libro basándose sólo en su cubierta, pero ahora que no dependen tanto de atraer a los lectores desde las estanterías, el balance del poder está cambiando. Asimismo, Ingram concluye que actualizar el diseño de las cubiertas para los ebooks enriquecerá la experiencia digital.