Asi Sharabi, cofundador de la editorial infantil Lostmy.name y director del laboratorio de innovación londinense Sidekick Studios, cree que las tabletas se han convertido en el chupete de la familia moderna y tanto los niños como sus padres ven la utilización de una tableta como una actividad solitaria. El editor afirma que que tanto los dispositivos de pantallas táctiles como las tabletas ofrecen muchas posibilidades para los más pequeños pero en lo referente a capturar su atención cuando leen, fallan por completo. Los niños se ven privados de uno de los beneficios más importantes que aporta la lectura por placer, el trabajo interior esencial de la imaginación y la empatía.

Cada vez hay más niños que leen en dispositivos electrónicos –comenta Sharabi en un artículo publicado en Quartz– pero estas pantallas no mejoran su experiencia lectora a tenor de lo recogido en un estudio realizado por la National Literacy Trust del Reino Unido. Así por ejemplo –continúa– aquellos niños que leen solo en pantalla son tres veces menos propensos a disfrutar de la lectura o a tener un libro favorito. Por el contrario, más de un veinticinco por ciento de los que lee en formato impreso o combina ambos, cuenta con un nivel superior en comprensión lectora.

Un dispositivo de pantalla táctil, como es el caso de una tableta –explica Sharabi– hace que los niños consideren la lectura en formato impreso como algo aburrido, sobre todo si lo comparan con la gratificación instantánea que reciben de los juegos y las aplicaciones. Hay demasiadas distracciones a sólo un clic de distancia –asegura. Los niños necesitan un entorno y un contexto adecuado para involucrarse en las historias y tiene claro que este ambiente no se encuentra dentro de una pantalla.

Las historias interactivas están dirigidas a esos niños que necesitan seguir una lectura guiada, pero esta interactividad –añade Sharabi– está más cerca de ser un juego que de generar una experiencia lectora. Este fue uno de los argumentos –asegura– por los que la escritora Julia Donalds se negó a que su Grúfalo contará con una versión electrónica.

Compañías como Nosy Crow sostienen que los editores deben crear experiencias de lectura específicas para los dispositivos de pantallas táctiles, pero para Sharabi están muy lejos de conseguir que los pequeños se sumerjan en la narración, es más, les rodean de “sandeces” interactivas sin un objetivo aparente –comenta. Cuando alguien se ve inmerso en una historia la vive y se imagina lo que sienten los personajes. Pero esa experiencia se ve obstaculizada –incide– cuando los pequeños están más preocupados en descubrir qué va pasar cuando vuelvan a tocar la pantalla.

Las tabletas se han convertido en el chupete de la familia moderna –apunta este editor– y tanto los niños como sus padres ven la utilización de una tableta como una actividad solitaria. Una encuesta reciente mostró que solo el trece por ciento de los padres lee a sus hijos antes de dormir. Pero una historia interactiva nunca puede ser el sustitutivo de un cuento por la noche –asegura Sharabi– además su lectura genera un vínculo único en el que la voz y la entonación del adulto, junto con las imágenes del libro, son unos estímulos únicos.